MÓNICO RODEÑO BUSTOS
Adscrito a la parroquia de Puebla de Almoradiel

Había nacido en 1876. Don Mónico figuraba como adscrito a la parroquia de La Puebla de Almoradiel, pueblo de la provincia de Toledo, que por entonces pertenecía a la diócesis de Cuenca. De carácter sencillo y afable, era una buena persona y sacerdote cumplidor. Estaba seriamente enfermo y vivía con un hermano suyo, prestando a la parroquia los servicios que podía.
A pesar de su estado, el 20 de julio, lo sacan del domicilio de su hermano (que ejercía de médico y que también sería asesinado después), llevándole al hospital, y a los pocos días a la cárcel, a la checa del Egido, donde fue torturado. Pero, viendo allí que su estado empeoraba y temiendo que se les muriera en la prisión, se lo llevaron en un coche al día siguiente asesinándole en un descampado. Era el 21 de julio de 1936. Fue el primer sacerdote asesinado en la Diócesis.

 
El Martirologio de Cuenca, que lleva por subtítulo “Crónica diocesana conquense de la época roja”, fue escrito por Sebastián Cirac Estopañán (Barcelona, 1947). En él debemos buscar los datos de la parroquia de Puebla de Almoradiel, puesto que en los días de la persecución religiosa dependía de la diócesis de Cuenca.
Dicha parroquia pertenece al arciprestazgo de Quintanar de la Orden. Por entonces, contaba con nueve parroquias. Actualmente son siete las que forman el Arciprestazgo de Quintanar de la Orden (Cabezamesada, Corral de Almaguer, Miguel Esteban, La Puebla de Almoradiel, Quintanar de la Orden, El Toboso y Villanueva de Alcardete).
Cirac afirma que “el aspecto general de la vida pública de este pueblo, hasta febrero de 1936, era admirable por el orden, el trabajo y la vida austera de la mayoría de la población, profundamente religiosa y patriótica. La piedad, que se fomentaba en los hogares como parte más importante de la vida y de la educación, se exteriorizaba públicamente en la asistencia al culto divino y en el esplendor de las siguientes asociaciones muy florecientes: Jueves Eucarísticos, Marías de los Sagrarios, Apostolado de la Oración, Adoración Nocturna, Hijas de María, Cofradía del Carmen…”.
Desde las elecciones de febrero de 1936 se instauró un sistema de terror contra las organizaciones y personas católicas. Sumado a la complicidad de las autoridades republicanas de la provincia y de la nación, la concentración de la Guardia Civil en Toledo, la propaganda impía y disolvente importada de fuera “hicieron posible la más inesperada transformación de este pueblo, antes bueno y laborioso” y la perpetración de los más inimaginables desmanes, desde el asesinato en plena calle, hasta la violación de honradas mujeres”.