Coadjutor de Santa Olalla (Toledo)

Nació el 19 de junio de 1865 en Santa Olalla (Toledo). Ordenándose el 16 de marzo de 1889 de manos del Obispo auxiliar de Toledo, monseñor Valeriano Menéndez Conde y Álvarez.

De las notas manuscritas de don Juan Francisco Rivera Recio:

«Don Julián Arroyo Torralba, coadjutor, de setenta años de edad. Quedó encargado de la parroquia desde la salida de don Eloy Serrano, en la primera decena de junio de 1936. Con un amor grande a Santa Olalla, donde había nacido, que había ido derramando durante su larga permanencia de cuarenta y siete años en el pueblo.

Fue robado, le saquearon la casa y cuando ya nada tenía que dar, le sacaron de su casa en las primeras horas del amanecer del dos de septiembre, con el pretexto de salvarle llevándole a Madrid. Aquellos mismos a quienes había favorecido le subieron a una camioneta y al llegar al km. 64 de la carretera de Madrid, fingiendo una avería, le hicieron descender y le indicaron que saliera de la carretera. Cuando comprendió de lo que se trataba, preguntó:

-¿Pero es que me vais a matar?

-No te apures, contestaron, si no es nada.

A unos 40 metros de la carretera le hicieron ponerse de rodillas y en esta (actitud) postura, con los brazos cruzados, les dijo:

-Al fin me vais a matar; no sabéis la responsabilidad en que incurrís ante Dios y ante el mundo; y, ¿para esto me habéis engañado? Dios os tiene que castigar pero yo os perdono.

Sin dejarle continuar, le hicieron una descarga cerrada y le dejaron por muerto. Inmediatamente, según el plan trazado, le registraron, hallándole 300 pesetas, pues al salir le dijeron que se proveyese de dinero, porque en Madrid le haría falta. Con el dinero robado tan sacrílegamente los asesinos celebraron su hazaña, bebiendo “a la salud del cura”.

Enterrado por un peón caminero en una finca cercana al lugar del fusilamiento; el 4 de mayo de 1937 fue trasladado al cementerio de Santa Olalla. Causó gran extrañeza que, después de siete meses de haber estado sepultado en un lugar de fango y agua, apareciera el cadáver con las heridas frescas como si acabara de recibirlas».