TEÓFILO SANZ CERRADA
Párroco de Puebla de Alcocer (Toledo)

Nació en Montuenga de Soria, el siete de marzo de 1879. Tras cursar sus estudios, el cardenal y arzobispo de Toledo, beato Ciriaco María Sancha y Hervás, lo ordena el tres de mayo de 1903. Recién ordenado fue destinado como párroco a Ciruelas (Guadalajara) en 1904-1907.

“El Siglo Futuro” del 25 de abril de 1907 nos informa que ha sido trasladado a la parroquia de Castilblanco (Badajoz). De allí pasará a Calera y Chozas (Toledo).

En 1924 se da noticia de las fiestas solemnes que a la Virgen del Pilar se han celebrado (“El Castellano”, 17 de octubre) o cómo ha acompañado a los sacerdotes de Alcaudete en la solemne inauguración del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, el 25 de octubre de 1925. Al año siguiente fue destinado como párroco de Puebla de Alcocer (Badajoz), donde permanecerá hasta el estallido de la guerra civil, en cuyos días sufrirá el martirio por odio a la fe.

En la hemeroteca hemos encontrado un episodio que nos permite ver el rostro del siervo de Dios.

“La Correspondencia Militar” fue un diario publicado en Madrid​ entre 1877 y 1932. En la edición del 15 de octubre de 1929 se da noticia de un homenaje al general José Sanjurjo, director general de la Guardia Civil desde hacía menos de un año:

“En su despacho oficial recibió esta mañana a una comisión integrada por la representación de los más importantes elementos de Puebla de Alcocer (Badajoz), que le entregó un artístico pergamino en el que consta el nombramiento de hijo adoptivo de la mencionada población… Formaba parte de la susodicha comisión el alcalde de aquella localidad… el cura párroco don Teófilo Sanz…”.

El general Sanjurjo agradeció con frases de sencilla elocuencia el homenaje... advirtiéndoles que “en todo momento, sobre defender los intereses y afanes de tan culta población, sabría corresponder con su cívica conducta a distinción tan señalada”.

[En la fotografía, junto al general Sanjurjo que contempla el pergamino se encuentra don Teófilo Sanz].

Miguel Ángel Dionisio Vivas en su obra “El clero toledano en la primavera trágica de 1936” (Toledo, 2014) recoge las dificultades que sobrevendrán sobre don Teófilo, como sobre tantos católicos, desde que comenzó la Segunda República.

«El 14 de abril [de 1936] el cura párroco de Puebla de Alcocer, Teófilo Sanz, comunicaba los resultados de sus gestiones sobre la devolución del cementerio de la parroquia; tras las elecciones se había nombrado alcalde “a un socialista rabioso el más antirreligioso del pueblo”, por lo que temía que no tardaría mucho en sentir los efectos de dicho nombramiento […]. La Semana Santa la pudo celebrar como siempre, a excepción de las procesiones. Concluía su carta pidiendo traslado, tras diez años en Puebla, a Guadalajara o Talavera» (pág. 116).

Por su parte, Juan Francisco Rivera en “Persecución en la diócesis de Toledo” (tomo II. Toledo, 1958) escribe:

«Detenido don Teófilo el 21 de julio y encarcelado, fue inicuamente maltratado durante su encarcelamiento hasta que en la mañana del 18 de agosto, trasladado a veinticinco kilómetros del pueblo, junto al puente del río Zújar, en la carretera de Castuera a Navalpino, fue asesinado, quedando su cadáver insepulto por varios días, hasta ser enterrado posteriormente con otro fusilados en aquellos mismos parajes. El 19 de septiembre se verificó el traslado de los restos al cementerio de Puebla de Alcocer».

La iglesia parroquial y la de San Francisco fueron «incautadas violentamente desde los comienzos. En el templo parroquial fue destruido el órgano, nueve altares, varias pinturas, cerca de veinte imágenes, de las que la talla yacente del Sepulcro era la de mayor valor artístico; robados los vasos sagrados, tres campanas, varios objetos de metal, gran cantidad de ornamentos… el edificio se destinó a Casa del Pueblo, y posteriormente a refugio de evacuados y cuartel de milicias… Parece que en ninguno de los edificios hubo profanaciones de las Sagradas Formas, que debieron ser consumidas por el párroco. Del archivo parroquial, solo se salvó el libro séptimo de bautismo, pereciendo todo lo demás» (págs. 323-324).

Respecto al convento de concepcionistas que había sido fundado en 1586: la comunidad al inicio de la persecución religiosa constaba de cuatro religiosas: dos coristas y dos legas; de éstas una, Sor Concepción Villarreal, falleció de muerte natural. Las religiosas debieron vivir fuera del convento.

“En 1936, la Abadesa del Convento de Nuestra Señora de La Visitación de Puebla de Alcocer, Sor María Lourdes , traspasaba la puerta de la que hasta aquel momento había sido su morada durante toda una vida y junto a sor Consuelo y sor Catalina, las otras dos monjas concepcionistas descalzas que aún habitaban el convento, emprendían la huida, comenzando así el lento declinar del magnífico edificio mudéjar que posteriormente sería saqueado y desmantelado de forma salvaje por milicianos durante la guerra civil dejando atrás sus días de gloria” (Leonor Celdrán).