AURELIO PÉREZ VALVERDE
Regente de Yuncos (Toledo)

Nació el dos de diciembre de 1888 en Yuncos (Toledo). Tras realizar sus estudios eclesiásticos, el cuatro de abril de 1915, que era Sábado Santo, recibió la ordenación sacerdotal de manos del Cardenal Victoriano Guisasola.

Misa nueva. Así titula “El Castellano” el 14 de abril de 1915 la noticia de su primera misa.

«Como estaba anunciado, el día 11 de abril de los corrientes celebró su primera misa el presbítero D. Aurelio Pérez y Valverde en la villa de Yuncos, su pueblo natal, siendo padrinos de capa D. Víctor Pérez, hermano del celebrante, y el párroco de dicha villa, D. Francisco Pérez-Grueso, y de honor D. Rafael y Dª Luciana, hermanos también del celebrante

El acto revistió solemnidad extraordinaria. La parte musical estuvo a cargo de hábiles profesores que interpretaron con mucha maestría la misa en re menor “Hoc este corpus meum” de L. Perosi, y durante el Ofertorio el inspirado Motete, a tres voces también, O salutari Hostia!, del maestro F. Capricci.

Ocupó la Sagrada Cátedra el joven y elocuente orador D. Ángel del Campo García, Superior del Seminario Conciliar Central, que con fácil y animada palabra estableció un parangón entre Jesucristo y el sacerdote, demostrando que el sacerdote era otro Cristo, continuador de la obra de redención que el hijo de Dios trajo a la tierra.

El pueblo en pleno y gran parte del vecino de Azaña (Numancia) y otros limítrofes, asistió al religioso acto, demostrando su piedad y fe arraigada, yendo después a darle la enhorabuena al nuevo sacerdote, el cual recibió muchos y muy valiosos regalos, alguno de indiscutible mérito artístico. A las numerosas felicitaciones recibidas unimos la nuestra, deseándole larga vida y muy fecunda en obras de celo y de santificación de las almas».

Su primer destino fue como coadjutor de la parroquia de Almorox (Toledo). De allí paso como párroco de Argés (Toledo); “El Castellano” del 28 de febrero de 1920 da noticia “de la solemne ceremonia de entronización del Sagrado Corazón de Jesús. Después de las preces de rúbrica, dirigió la palabra a los asistentes el señor cura párroco, D. Aurelio Pérez Valverde”. Al final de la década de los años 20 era el párroco de dos pueblos de Guadalajara: Arbancón y Romerosa.

El 5 de septiembre de 1935 “El Castellano” publica la lista de nombramientos eclesiástico, don Aurelio es destinado como cura regente a Villaseca de la Sagra (Toledo). Solo que, como nos recuerda don Juan Francisco Rivera en su magna obra “La persecución religiosa en la diócesis de Toledo” (1958, Tomo II, págs. 138-139), “los elementos de izquierdas fueron tomando a partir del mes de febrero actitud más agresiva, tanto que en abril expulsaron al ecónomo, D. Florentino Alonso Fernández, quien hubo de abandonar la parroquia”. [Este sacerdote consiguió salvar su vida. Don Miguel Sánchez Torrejón en su “Obituario de Sacerdotes 1900-2015” (pág.135) nos recuerda que don Florentino falleció a los 84 años, en 1980, jubilado; su último nombramiento fue el de ecónomo de Olías del Rey].

Así pues, en Yuncos fue nombrado regente, don Aurelio, natural del pueblo, a quien se recibió con la misma violencia. La tirantez era cada vez más acentuada. El 22 de julio, después de haber hecho un minucioso registro en su domicilio, se le echó de la casa, teniendo que refugiarse en casa de un hermano suyo.

El templo parroquial incautado ese mismo día, después de su total saqueo fue destinado a cine. Dos retablos y veintitrés imágenes, algunas de extraordinario valor, fueron destruidos.

En la noche del 21 de agosto diez milicianos de Carabanchel obligaron a abrir la puerta del domicilio donde estaba el sacerdote, que, apresado, fue subido a una camioneta apostada en la carretera, donde permaneció en medio de aquella chusma un par de horas. Hacia las tres de la madrugada, seguida de un coche ligero ocupado por milicianos, partió la camioneta en dirección al pueblo de Azaña (Numancia).

En el sitio denominado “Cuesta de los pavos” le hicieron bajar. Les pidió que no le mataran, mas entre blasfemias e injurias por llevar aún un crucifijo en la mano, le descerrajaron dos descargas que no acabaron con su vida, rematándole con un tiro de gracia. A las siete de la mañana del día siguiente, los del Comité de Numancia recogieron su cadáver que tenía la cabeza y la cara destrozadas, y le dieron sepultura en el cementerio del mismo pueblo. El 30 de noviembre fue trasladado a Yuncos.

[En el blog histórico fotográfico sobre la Guerra Civil Española en Toledo y su provincia, Carlos Vega Hidalgo recoge esta foto de unos tanques T26 en Yuncos, a principios de noviembre de 1936].