VITAL VILLARRUBIA DÍAZ-MAROTO
Ecónomo de San Nicolás, Guadalajara

Empecemos por el final. Afirma don Juan Francisco Rivera Recio en “La persecución en la Diócesis de Toledo” (2ª edición -1958-volumen II, página 400): “el ecónomo de San Nicolás de Guadalajara, D. Vital Villarrubia, después de haber permanecido oculto durante varios días en el domicilio de una familia cristiana, logró escapar a Madrid. Allí permaneció algún tiempo, hasta que descubierto e identificado como sacerdote, fue asesinado en Vicálvaro en el mes de noviembre de 1936, sin que se haya podido precisar ni la fecha ni los detalles de su muerte, aunque se encontró la fotografía de su cadáver (la cual publica en el volumen I, página 64)”.

Según los estudios se conservan 5.000 fotografías procedentes de los Hospitales forenses de Madrid y Barcelona. Son fotografías realizadas a los muertos para facilitar su posterior identificación.

Qué es pues lo que sucedió. En un informe de Rafael Mª Delgado sobre los hechos que acontecieron en la ciudad de Guadalajara leemos: “los sacerdotes dieron un crecido número de mártires, recordando, entre otros… don Vital Villarrubia, párroco de San Nicolás, asesinado en Madrid a donde había huido…”.

Lo primero el lugar en el que se le detiene. Su hermana Eliana en la “declaración del testigo” que se conserva en la Causa General, con fecha del 26 de mayo de 1939, se afirma que “fue detenido por los milicianos el 27 de agosto de 1936, en la casa de un familiar en donde estaba refugiado”. Se trata de un domicilio de calle Ayala nº 112-3º izqda.

[Calle compleja en los avatares de la guerra civil española.

En Ayala esquina Velázquez caerá asesinado José Calvo Sotelo.

El 18 de julio de 1936 tuvieron que huir de la comunidad los religiosos carmelitas del 35 de la calle Ayala. Sufriendo el martirio cinco de ellos, entre los cuales el Superior de la comunidad el beato P. Alberto Mª Marco Alemán, en Paracuellos del Jarama.

En el nº 47 se encontraba la comandancia del republicano SIEP (Servicio de Información Especial Periférico), dedicado al espionaje y la infiltración en las zonas dominadas por los militares sublevados.

De su domicilio, el nº 158 de la calle Ayala, sacarán al teniente de Infantería Teodoro Esteban Millar, un 13 de octubre de 1936, “por monárquico, católico y leer ABC”, según declaró un guardia de asalto.

Un año después de la detención y martirio de nuestro protagonista, en una pensión de la calle Ayala (nº 67, 4º izqda.), tras abandonar la Legación de Honduras, logrará sobrevivir san José María Escrivá de Balaguer, antes de escapar de Madrid…].

La declaración de Eliana Villarrubia, hermana del siervo de Dios, que se conserva en la Causa General, termina diciendo que, sobre el lugar al que fue conducido su hermano tras la detención el 27 de agosto de 1936, “lo ignora; sin haber vuelto a tener de él más noticias”. El documento sentencia con letras mayúsculas que continua desaparecido hasta la fecha (26 de mayo de 1939).

Tras aclarar el lugar de la detención, falta en segundo lugar el tema de la fecha y el lugar del martirio. La Postulación conserva otro documento de la Causa General, posterior a la declaración de la hermana, en donde se lee: “Relación de los gloriosos mártires caídos por Dios y por España en el término municipal de Vicálvaro que se encuentran enterrados en el cementerio de dicha villa y que han sido identificados por los familiares”… (294 / 46) “Don Vital Villarrubia Díez Maroto, 59 años, soltero, sacerdote y cura párroco de la Iglesia de San Nicolás de Guadalajara, encontrado el 3 e inscrito el 6 de septiembre del 36”.

Así que aunque don Juan Francisco Rivera publica la foto del cadáver, seguramente que proporcionada por la propia familia del mártir, sabiendo que el lugar del asesinato es Vicálvaro yerra en la fecha, que tenemos que adelantar a dos meses antes.

Don Vital había nacido en la Villa de D. Fadrique el 30 de septiembre de 1878, hijo de Pedro y María de la Cruz. Tras realizar sus estudios eclesiásticos, recibió la ordenación sacerdotal en 1901. Entre sus primeros destinos sabemos que en 1904 era párroco de El Viso de San Juan (Toledo), y que en 1917 ejerce como cura de Méntrida (Toledo).

Desde 1918 a 1931 trabajó en Talavera de la Reina ocupando la parroquia de Santiago de Talavera de la Reina. Su nombre aparece vinculado, por este mismo cargo, al Patronato de San Prudencio. Desde 1919 es miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

Se nos da noticia del que será su último nombramiento con motivo del cantemisa del siervo de Dios Ambenio Díaz-Maroto (que sufriría el martirio el 14 de agosto de 1936). En la crónica de “El Castellano”, del 17 de junio de 1931, podemos leer: “cantó elocuentemente las excelencias del sacerdocio católico el venerable sacerdote doctor don Vital Villarrubia, hijo de esta localidad y actualmente ecónomo de San Nicolás (Guadalajara)”.

En la fachada de su parroquia natal, Nuestra Señora de la Asunción de Villa de D. Fadrique, hay una lápida en el aparece su nombre junto al del resto de sacerdotes que sufrieron el martirio en el año 1936: con él, siete en total.

Terminamos con un artículo que publicó en “El Castellano” el 27 de marzo de 1929, en los días de la Semana Santa. Se titula: “Si, pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos”

«Estaba ya próxima la prisión de nuestro divino Redentor. Jesús habíase retirado con sus discípulos a la otra parte del arroyo de Cedrón, donde estaba el huerto de Getsemaní. Ya Judas había reunido una cohorte de soldados romanos y algunos ministros de los pontífices y con ellos se dirigió al lugar donde se encontraba su Maestro y que él no desconocía, por haber estado más de una vez con los que hasta entonces habían sido sus amigos y compañeros.

Cuando Jesús vio aquella compañía de soldados, se adelantó hacia ellos y con toda la serena majestad del que tiene en sus manos todos los poderes del mundo, les dijo: “¿A quién buscáis?”. “A Jesús Nazareno”, le contestaron. “Yo soy”, les dijo. Y al momento, al eco de estas palabras del que es verdadero Dios, cayeron en tierra aquellos hombres, que, como lobos hambrientos y furiosos, iban a prender al mansísimo Cordero de Dios.

Luego que se hubieron repuesto del pánico que les había infundido su propia malicia, tanto como la majestuosa y tranquila figura del divino Maestro, Jesús les dijo: “Os he dicho que yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejas ir a éstos”.

Muchos son los nuevos redentores de la humanidad; no pocos los que dicen que por el pueblo se sacrifican. Pero sin duda no aciertan con un plan, que dé realidad a sus deseos, porque los pueblos aún no han alcanzado la redención que ellos les prometen.

En Jesucristo tienen un verdadero modelo de redentor. No se afanen, ni se cansen, en buscar otras fórmulas y programas.

El plan único de redención es el desarrollado y practicado por Jesús y que se contiene en estas sus palabras: “Si, pues, me buscáis a mí, dejas ir a éstos”. Sacrificarse a sí mismo, sin imponer cargos ni sacrificios a los demás, es la norma de verdadera regeneración y libertad de las sociedades.

Pero ninguno de los modernos redentores puede poner con verdad en sus labios esas hermosísimas palabras del Dios Hombre. Todos empujan a las cárceles y calabozos a los presuntos redimidos, mientras ellos buscan la libertad en la fuga, cuando llega la hora del peligro.

Jesús redimió, más que cumplidamente, de modo sobreabundante, al mundo; pero no permitió que se derramase más sangre que la suya propia. Ni aun la de sus mismos enemigos quiso que se vertiera, pues curó al momento la herida que un discípulo suyo produjera a uno de sus aprehensores. Al paso que los nuevos libertadores guarden y defienden bien su sangre, sin que nada les importe que corra a torrentes la de sus propios redimidos.

En las huelgas, revueltas y motines políticos y sociales pocas veces vemos caer y sucumbir a los cabezas y directores de esos movimientos subversivos; pero sí dar su vida y su libertad a muchos infelices, que, embaucados y sugestionados por las absurdas predicaciones y vanas y falaces promesas de los que se llaman sus defensores, no temen exponerse a los peligros que a sus jefes llenan de terror. En cambio a la hora del triunfo corren presurosos a recoger el fruto de los ajenos sacrificios.

Así resulta que los verdaderos redimidos son lo que se dan a sí mismos el título de redentores. Y en efecto lo son. Redimidos del trabajo, a costa del sudor de ignorantes obreros; redimidos de la miseria a costa de las cuotas de engañados trabajadores; redimidos de la servidumbre, a costa de la libertad de infelices encarcelados; redimidos del hambre, a costa del pan de obres jornaleros. Que más de cuatro de esos falsos redentores habitan magníficos hoteles y suntuosos chalets, mientras que los por ellos redimidos arrastran una vida miserable en inmundas bohardillas.

Jesucristo es el único redentor que puede abrogarse ese título. Él trabajo, sudó, enseñó con la palabra y más con el ejemplo. Dio a los pueblos leyes y normas de verdadera regeneración. Y cuando llegó la hora del sacrificio, puso a salvo a sus discípulos y Él sólo vertió toda su sangre y dio su vida por la salud, la libertad y el rescate del mundo. Y así pudo decir a su Padre en las vísperas de su muerte: “De los que me dista, a ninguno de ellos perdí”».

La Cofradía del Santo Sepulcro y Virgen de la Soledad fundada en Talavera de la Reina en el siglo XVIII, se reorganiza como tal hermandad en el año 1.919 gracias al empeño del entonces párroco de la Iglesia de Santiago Apóstol. En la fotografía el paso en la talaverana plaza del Reloj.

Paso del santo Sepulcro

Paso del santo Sepulcro

La Asunción de Villa

La Asunción de Villa

San Nicolás el Real de Guadalajara

San Nicolás el Real de Guadalajara