TEODORO RUIZ PECES
Coadjutor de Ajofrín (Toledo)
 Ajofrín es el primer pueblo por orden alfabético de todos los que conforman la provincia toledana. Los dos sacerdotes que trabajaban en la parroquia de Santa María Magdalena de dicha localidad eran los Siervos de Dios Julián Gallardo Garnica, párroco desde hacía casi treinta años y Teodoro Ruiz Peces, que ejerce de coadjutor y capellán de las dominicas. Ambos fueron martirizados el 27 de julio de 1936. Junto a ellos, lo serían otros dos hijos del pueblo: el Siervo de Dios Aureo Martín Maestro, párroco de Portillo de Toledo, y el anciano capellán de Reyes de la Catedral de Toledo, el Siervo de Dios Benito López de las Hazas.

Las religiosas Dominicas de la Descensión de Nuestra Señora, que como indica el Anuario Diocesano para el año 1930 son de clausura, cumplen en este 2011 el IV centenario de su presencia en la Archidiócesis: “Concedió permiso para la fundación el Cardenal Sandoval y Rojas el 25 de junio de 1611”. Desde este rincón de “Padrenuestro” las felicitamos por adelantado.

En los años treinta era Priora, Madre Sor María Ángeles y la comunidad tenía 16 religiosas. Cuando estalló la guerra, la gente de izquierdas del pueblo las avisaron para que estuviesen tranquilas; pero, a la vez, las animaron a salir del convento puesto que milicianos de otros pueblos podían llegar con otras intenciones. Así pues, la Comunidad se dispersó, algunas regresaron con sus familias y otras se ocultaron en el propio pueblo. El Convento fue saqueado y en gran parte destruido. Pasó a convertirse en cárcel y de allí se sacaba a los detenidos para asesinarlos. De hecho, según la Causa General al menos dos personas del pueblo fueron asesinados en la huerta del Convento: el 19 de octubre de 1936, el teniente de alcalde, un hombre joven de 35 años, de profesión labrador y dos días después, un muchacho de 18 años, de profesión hortelano.

En 1946, regresaron las monjas que habían logrado sobrevivir; pocas en número y muy escasas de recursos materiales. Un año después, 12 monjas provenientes del Monasterio de Madres Dominicas de las Dueñas (Salamanca), se incorporarían a esta comunidad para reanudar la vida religiosa en Ajofrín.

El Siervo de Dios Julián Gallardo Garnica nació el 7 de enero de 1875 en Escalonilla (Toledo). Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de marzo de 1899. Fue nombrado coadjutor de Orgaz (Toledo), donde permaneció hasta 1902, en cuya fecha, previo concurso, es nombrado párroco de Guadalimar (Albacete) y encargado de Cotillas (Albacete). Durante el curso de 1907 es nombrado párroco de Ajofrín, donde ejerce ejemplarmente su apostolado parroquial, hasta que estalla la guerra, siendo horriblemente martirizado.

El 29 de junio de 1907 (puede leerse en “El Castellano” nº 182 del 4 de julio de 1907) tomó posesión de la parroquia de Ajofrín “a las seis de la tarde el Sr. Garnica. Con este motivo subió al púlpito, dirigiendo la palabra al numeroso auditorio, quedando éste gratamente impresionado y muy complacido por los ofrecimientos que hizo acerca del cumplimiento de su cargo”.

Pocos años después, en la crónica de unas misiones que se han celebrado en Ajofrín el 9 de diciembre de 1911, puede leerse: “Es muy elogiada la conducta del párroco quien no ha perdonado medio para proporcionarnos tan gran bien (a los feligreses con la misión)…”

El Siervo de Dios Teodoro Ruiz Peces había nacido en Sonseca (Toledo), a las 8 de la mañana, el 20 de abril de 1879 (fue bautizado por el coadjutor de la parroquia de Sonseca, don Apolinar Martín-Ambrosio, cinco días después, el 25 de abril, como consta en el tomo 30, folio 47 vuelto). Sus padres se llamaban Telesforo Ruiz-Tapiador y Martina Peces-Barba. Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de diciembre de 1903. Después de sus primeros nombramientos, tras ejercer en La Mata (Toledo), el 15 de marzo de 1906 “El Castellano” publica su nombramiento como coadjutor de la parroquia de Ajofrín.

En el verano de 1915, junto a don Julián, participa en Sonseca en una gran velada literario-musical organizada por los seminaristas del arciprestazgo de Orgaz (Toledo). Era el 21 de agosto y el que escribe el artículo (firmado por A.B.) nos hace saber que desde Toledo se dirigen a Sonseca. En Ajofrín hacen la primera parada para “saludar al señor cura párroco que acompañado de otros sacerdotes y un buen número de seminaristas, aguarda nuestro paso. En seguida nos dirigimos a la iglesia parroquial con objeto de admirar las innumerables obras de arte que encierra, y rendir un filial homenaje a la Virgen de Gracia, cuya diminuta imagen nos muestra el señor cura encerrada en artístico viril”. Reemprenden el camino hacia Sonseca, donde al día siguiente, tendrá lugar la velada. Cuando está narrando los actos celebrados por la tarde y, tras mencionar a los que están en la mesa presidencial, cita a “don Teodoro Ruiz, coadjutor de Ajofrín”.

Don Teodoro se encarga de la capellanía del convento de las MM. Dominicas de Ajofrín.

Curiosamente el párroco y el coadjutor de Ajofrín tenían, cada uno, un sobrino sacerdote. El Siervo de Dios Manuel Ruiz-Tapiador Roldán era sobrino del Siervo de Dios Teodoro Ruiz, éste había sido padrino en su cantemisa, el 26 de junio de 1924. Tío y sobrino fueron mártires de la persecución. Manuel como ya narramos (Nuestros mártires/148) fue asesinado junto al párroco de Sonseca, el Siervo de Dios Casimiro Rivera, la noche del 3 al 4 de agosto de 1936, en el término municipal de Argés (Toledo).

Por su parte, José Gallardo Sánchez era sobrino carnal del Siervo de Dios Julián Gallardo Garnica. Don José fue ordenado sacerdote el 15 de junio de 1935 y un mes después recibió el nombramiento de cura regente de Valdesaz (Guadalajara). Éste, sin embargo, logro salvarse. Él mismo aclara, en las notas que dejó para la Postulación referidas a su tío mártir, que en Valdesaz “pasó toda la guerra. Allí salvé la vida milagrosamente, oculto en una casa…”. En 1981 se jubiló, tras atender diversos pueblos de la diócesis y ejercer sus últimos 18 años de capellán del Hospital Provincial de Toledo.

Siendo subdiácono, José Gallardo, el 7 de agosto de 1934, publica en “El Castellano” un precioso artículo titulado “Ajofrín y el centenario de la Virgen de Gracia”. Los Siervos de Dios Julián Gallardo y Teodoro Ruiz fueron los encargados de preparar celosamente las solemnes fiestas. El artículo comienza así:

“Nos encontramos en pleno centenario de una fecha gloriosa, que todo ajofrinero... debe conmemorar con júbilo. La Virgen Santísima, bajo la advocación de “Nuestra Señora de Gracia”, parece haber sentido particular predilección por la noble y simpática, leal y heroica villa de Ajofrín. Era el año 1262 cuando apareciéndose al pastor Magdaleno en los renombrados montes de la Morra, de la cordillera Oretana, después de una embajada inútil a Menasalbas y Cuerva, desconsolado y triste el pastor, recibe de María Santísima la Aparecida este hermoso encargo: “-Ve a Ajofrín, que allí te creerán sus piadosos vecino, y diles de mi parte que es mi voluntad vengan luego a visitarme, y quiero que en este sitio me edifiquen una iglesia, donde sea venerada públicamente para consuelo de estos pueblos, y muy especialmente para el suyo, de quien me constituyo desde ahora su Madre y Protectora”.

Después, José Gallardo, cuenta como los ajofrineros “hicieron voto-juramento de repetir todos los años una procesión-romería hasta el lugar donde se apareció la Virgen de Gracia”.

Finalmente, recuerda el motivo de la celebración del centenario que no es otro que la presencia de la imagen en la parroquia, pues “el 23 de junio de 1834, fue traída providencial y definitivamente a esta villa, para evitar fuera destruida por los enemigos de la religión”. Así que el próximo año 2012 se cumplirá el 750 aniversario de las apariciones de la Virgen de Gracia, una figura diminuta de una altura de unos 5cm, que es sin duda una de las más pequeñas que en España reciben culto público.

En “El Castellano” publicado el 24 de agosto de 1934 aparece un artículo del párroco de Navahermosa, don Ángel García de Blas, con el título “Ajofrín, San Pablo y la Virgen de Gracia”. En él podemos leer: “…Solemne como ningún año, ha de ser el novenario de la Virgen… presidido por su celoso cura, que como los hijos de Ajofrín, siente el amor de la Virgen, que ha bendito treinta años de intensa labor parroquial, bajo el manto protector de la Virgen de Gracia”.

Tras las fiestas, el 12 de septiembre de 1934, Antonio Casas desde Mora relata en otro artículo lo sucedido en Ajofrín no ahorrando un solo adjetivo para alabar al Siervo de Dios Julián Gallardo, “un párroco que, enamorado del pueblo que rige, ha sido el promotor único y ejecutor decidido de todas estas manifestaciones y renovador ilustre de su majestuosidad”.