ARTURO FERNÁNDEZ BARQUERO
Canónigo de la Catedral de Toledo
 

Natural de Almendralejo (Badajoz) había nacido el primer día del mes de septiembre de 1881. Ordenado el 28 de julio de 1907.

Cargos ejercidos: párroco de Viñuelas (Guadalajara) en 1907; canónigo magistral de la catedral de Coria, en 1910. Al año siguiente toma posesión de la canonjía de la Catedral de Toledo, pasando a ejercer los siguientes cargos en la Archidiócesis de Toledo:

  • Juez del Colegio de Doctores de Sagrada Teología en 1915
  • Vocal del Consejo de Vigilancia en 1917
  • Juez prosinodal en 1924
  • Examinador prosinodal en 1918
  • Prefecto de estudios del Seminario Universidad
  • del Colegio de Doctores de la Facultad de Sagrada Teología
  • Cátedra de Lengua Hebrea y de Arqueología y Bellas Artes
Ya el 4 de marzo de 1914, encontramos la siguiente crónica en “El Castellano” con motivo de una conferencia que el Siervo de Dios ofrece al Círculo Católico de Toledo con el tema “Concepto cristiano del trabajo”. El Sr. Barquero “con facilidad de expresión empezó demostrando cuán trascendental es para todos poseer un concepto exacto y genuino del trabajo y cómo todos los problemas que acerca de este asunto puedan establecerse tienen su origen en la interpretación más o menos recta de la noción del trabajo.

Pasó después a establecer el verdadero concepto cristiano del trabajo, y con dicción elocuente, cálida y a veces impetuosa, demostró hasta la evidencia los siguientes puntos que son como la médula de la doctrina cristiana en esta materia.

El trabajo es una ley universal de todos los seres y constituye además la actuación más perfecta y el desarrollo de todas sus energías.

Después del pecado original de nuestros primeros padres en el Paraíso, el trabajo es para el hombre ley de dolorosa expiación de su culpa y únicamente por medio del trabajo puede el hombre rehabilitarse a los ojos de su Criador y entrar en el concierto armónico de los seres creados.

El trabajo - continúa diciendo el orador – es, finalmente, perfecta dignificación y ennoblecimiento del hombre que, por la virtud enaltecedora del trabajo, ha llegado a adquirir un máximum de perfección en el orden científico o artístico, con investigaciones profundas, adelantos portentosos y creaciones inmortales, y en el orden moral dulcificando las costumbres privadas, domésticas y civiles.

En magníficos e inspirados períodos presento a Jesucristo, Salvador del mundo, como ideal sublime, rehabilitador y único digno remunerador del trabajo. Los asistentes al acto premiaron con calurosos aplausos la meritísima labor del ilustre conferenciante. Desde estas columnas enviamos nuestra más entusiasta enhorabuena al orador y el Círculo Católico por el feliz éxito de sus trabajos”.

En abril de 1915 es nombrado presidente de la Junta diocesana que se encarga de fomentar la buena prensa.  Para el curso 1921-1922, como señalábamos al nombrar los distintos cargos que ejerció, el Siervo de Dios es nombrado por el Cardenal Enrique Almaraz y Santos para ocupar la Prefectura de Estudios de la Universidad Pontificia de Toledo. En las crónicas puede leerse:

        ”De brillante carrera literaria, triunfó en varias oposiciones mayores, ocupando últimamente en la Catedral de Coria la prebenda de magistral. En reñida lucha, consiguió también la Canonjía que disfruta en nuestra Iglesia Primada, descollando bien pronto como profundo orador, y gran conocedor de los estudios teológicos y de Sagrada Escritura. Desempeñaba actualmente “las cátedras de Sagrada Teología y Hebreo en nuestro Seminario, y es miembro del Colegio de doctores del mismo centro docente.

        Demasiado conocida en Toledo, la competencia científica del nuevo señor prefecto, por llevar varios años de residencia en nuestra población, nos creemos relevados de encomiar sus méritos, que, sin duda alguna, han sido tenidos en cuenta al hacer su designación para tan honroso cargo… nuestra cariñosa felicitación…”

Defensa del cardenal Pedro Segura

El 23 de julio de 1931 como presidente de la Asociación Diocesana del Clero de Toledo escribe al Jefe del Gobierno, Niceto Alcalá-Zamora, con motivo de la expulsión del cardenal Segura.

En la carta expresa como “el Ayuntamiento de Toledo, desviándose de su gestión administrativa invade frecuentemente la esfera política con sus deliberaciones y acuerdos… Tal ha ocurrido, excelentísimo señor, con el reciente acuerdo de pedir la definitiva expulsión del eminentísimo señor Cardenal arzobispo de esta diócesis, tomado de un modo ocasional y sectario, y desde luego invadiendo atribuciones que no son de las Corporaciones municipales, y sobre todo, queriendo hacer ver que tal acuerdo obedece a un estado de ánimo universal en esta ciudad.

Se olvida el Ayuntamiento de Toledo de la actuación apostólica y abnegada del eminentísimo señor Cardenal Segura, de su caridad inagotable para con todos, que se extiende hasta límites insospechados, y sin aducir razón alguna, se tome un acuerdo que ofende los sentimientos de cuantos admiramos las virtudes sacerdotales preclarísimas de nuestro amadísimo prelado.

Y hay algo más: en la Corporación municipal se habla de un modo irreverente de nuestra patrona la Virgen del Sagrario, combatiendo descomedidamente, y escudado el ofensor en su privilegio de inmunidad, uno de los más grandes amores de los hijos de Toledo, al cual van vinculadas las glorias más excelsas de esta Imperial ciudad. Y esto se hace, excelentísimo señor, con palabras que expresamente se pretende hacer constar la incompatibilidad de los sentimientos religiosos con las opiniones políticas republicanas y democráticas demostrando así que se ignoran los principios de ética política y religiosa.

        Contra este proceder, contra estos acuerdos, excelentísimo señor, elevamos a V.E. nuestra más enérgica protesta, que esperamos atienda según su recto sentido jurídico de salvaguardia y defensa tutelar de los derechos de todos los españoles, dentro del régimen de la República. Queremos impedir que, con nuestro silencio, se forme un ficticio y artificioso ambiente en la opinión, que hiciera creer que los acuerdos que un Municipio, que olvida los intereses más urgentes que le están encomendados, son expresión genuina de los de todo un pueblo como el de Toledo.

Y queremos, en fin, hacer llegar hasta V.E. el sentir de seiscientos sacerdotes que componen esta Asociación Diocesana, en cuyo nombre y representación acudimos.

La Asociación Diocesana del Clero de Toledo y en su nombre el Siervo de Dios Arturo Fernández, ya había escrito el sábado 25 de abril de 1931 que “ante la campaña de difamación y de calumnias que una parte de la prensa española viene haciendo contra el eminentísimo cardenal primado… en nombre de los 550 socios que la integran, se acordó defender a nuestro Prelado por todos los medios legales, y si preciso fuere, acudiendo a los tribunales…”.

Los sucesos cronológicos de la expulsión del Cardenal Segura fueron los siguientes:

  • El 14 de junio de 1931 comenzó a divulgarse que el Gobierno provisional de la República había ordenado que se buscase a Pedro Segura para detenerle y expulsarle de España.
  • “La expulsión del Prelado toledano -escribe el Profesor José Ramón Díaz Sánchez-Cid en su obra “El Seminario Conciliar de Toledo” (1991)- resultaba ser el epílogo de una campaña de desprestigio que la Prensa había enarbolado contra él. Se le había complicado en maniobras políticas, se le había hecho responsable de la caída del General Primo de Rivera, se le acusó de conspirar contra ciertos ministros y hasta de preparar una nueva dictadura. La historia se encargaría de desmentir tales bulos”.
  • El 14 de junio camino de una visita pastoral a Guadalajara pasa por Madrid, donde vería a su anciana madre por última vez.
  • Por la tarde, en el convento de las Adoratrices de Guadalajara, a las seis y media, se reúne con los quince sacerdotes que trabajan en la capital alcarreña.
  • Enterado el Gobierno de su estancia en Guadalajara fue mandado detener, sin que el cardenal Segura opusiera resistencia alguna.
  • Fue expulsado de España y «a las cuatro y media de la madrugada (del 15 de junio), y en un automóvil de la Dirección General de Seguridad, llegó a la frontera”.
  • Hizo noche en la localidad francesa de Hendaya. El Cardenal Primado enviará una carta al cardenal Pacelli donde le daba cuenta de haberse instalado en los Pirineos franceses.
  • Una familia francesa le ofreció hospitalidad en Bayona, donde Segura vivió algún tiempo. También le ofrecieron transitorio asilo las localidades francesas de Paray-le-Monial y Lisieux. De allí pasará a Roma.

Finalmente, el 24 de agosto de 1931, podemos leer un nuevo comunicado del Siervo de Dios Arturo Fernández en que da cuentas del acuerdo para “ceder de su peculio lo necesario para el decoroso sostenimiento de su Eminencia”. Informa que tanto el Cabildo de la Catedral como el clero de Guadalajara se adelantan a tomar una iniciativa “para atender a las necesidades de nuestro amantísimo prelado”. La medida propone un descuento de la parte proporcional del peculio de cada uno para mantener al Cardenal Segura hasta que se solucione su situación.

Semana Pro Seminario de 1935

En el pontificado del Cardenal Isidro Gomá, como empresa de carácter diocesano, pero de alcance nacional, merece consignarse la Semana Pro Seminario celebrada en Toledo en noviembre de 1935. Codo a codo, fueron muchos los que trabajaron por sacar adelante tamaña empresa: entre ellos destaca el Siervo de Dios Arturo Fernández Barquero.

Como narra José Ramón Díaz Sánchez-Cid en su obra “El Seminario Conciliar de San Ildefonso de Toledo: cien años de historia (1889-1989)” “nuestra Archidiócesis venía arrastrando ya una carencia muy acentuada de sacerdotes para cubrir las necesidades más urgentes”-

Qué fin buscaba Isidro Gomá con la semana Pro Seminario, o mejor, cuáles eran las necesidades de los Seminarios diocesanos.

“Lo primero que necesitamos -decía el Prelado- son vocaciones. Hoy nos parece casi increíble que hace poco más de siglo y medio –en 1769- hubiese en el Arzobispado de Toledo, aun siendo más extenso que hoy su territorio, 4.938 sacerdotes seculares y 5.448 religiosos. Aún sin remontarnos tan lejos, hubo un tiempo en que los aspirantes al sacerdocio en nuestra diócesis se acercaban al millar… Luego de 228 en 1910, pasamos, en línea suavemente ascendente. A 336 en 1918; para luego en descenso paulatino, llegar a un nivel más bajo, con 188 matriculados en el curso pasado (1934-1935), a pesar del contingente con que tributado el Seminario Menor de Talavera, cuyo internado empezó en 1928… El número de seminaristas es a todas luces insuficiente… [En el curso 1935-36, el Seminario Mayor de Toledo contaba tan sólo con 90 alumnos matriculados].

        “Con el fin de poner remedio (pág. 88 o.c. Díaz Sánchez-Cid) a las necesidades, don Isidro Gomá declaraba instituida en la Archidiócesis de Toledo la “Obra de vocaciones eclesiásticas”.

        La primera Junta de dicha Obra estuvo constituida por el Siervo de Dios Arturo Fernández Barquero como Presidente, Andrés Verge, Rector del Seminario, como Vicepresidente; los Siervos de Dios Antonio Gutiérrez Criado y Eustoquio García Merchante, como vocales; Santiago González como secretario y Tomás Torrente como tesorero.

El primer acto público de la Junta se celebró el domingo, 2 de junio. En la parroquia de la Magdalena, en la que el Presidente de la Obra de Fomento, el Siervo de Dios Arturo Fernández, predicó las excelencias del sacerdocio. Por ello, al inicio de la misma toma la palabra “haciendo ver la importancia de la campaña que hoy se emprende… El lugar de las huestes el mismo de siempre, Toledo, la ciudad santificada por las plantas de la Virgen; Toledo, testigo de las proezas y hazañas más grandes, solar de la grandeza de España, archivo y museo único, relicario sacrosanto de las glorias y tradiciones patrias…”

Todos los Boletines diocesanos y los 53 diarios de Madrid y provincias y las emisoras nacionales y locales de radio ofrecieron puntualmente información del desarrollo y de los acuerdos de la Semana. En titulares que resumían lo sucedido podía leerse: “Inútil es ponderar la importancia capital de esta Asamblea y los abundantísimos frutos que promete para la Obra sobrenatural de la Iglesia”. En otro: “La Semana de Toledo ha adquirido importancia de movimiento nacional en favor de la formación del clero”. O también: “La Semana Pro Seminario salta las fronteras de la archidiócesis para convertirse en problema netamente católico o universal”.

El 19 de diciembre de 1935 el arzobispo de Toledo sería nombrado cardenal. Él mismo, el 10 de marzo de 1936, haciendo referencia a lo vivido meses atrás recordaba que era necesario prestar mucha atención a los tres medios corrientes de fomento vocacional: la oración perpetua a favor del Seminario, el día del Seminario y la Obra de Fomento. Pero, corrían tiempos malos y todo presagiaba que iban a llegar tiempos peores.

Tras el estallido de la guerra, el 18 de julio, ya lo hemos recordado en otras ocasiones, la ciudad de Toledo se convirtió en una autentica ratonera. De los 67 sacerdotes que componían el clero catedralicio fueron asesinados 42 (el 67%). Los canónigos eran 23 y martirizaron a 12; los beneficiados eran 22 y cayeron 14. Había 4 adscritos y mataron a 2. De la Capilla de Reyes de 10, 6 fueron asesinados. Finalmente, los 8 canónigos mozárabes murieron mártires en los trágicos meses de julio, agosto y septiembre de 1936.

Según testigos el Siervo de Dios Arturo Fernández, el 10 de agosto y, como si los estuviese esperando, sale al encuentro de los milicianos que van a detenerlo y se entrega a ellos mansamente. Camina con ellos hasta el Paseo del Tránsito, donde lo ametrallan.