ANTONIO CADENAS VICENTE
Militante de Acción Católica

La Compañía de Santa Teresa de Jesús, religiosas que fundara San Enrique de Osso, conocidas popularmente como teresianas trabajan en Mora de Toledo. Allí se conserva un álbum con el rostro de los antiguos alumnos que murieron en los años de la guerra. Algunos de ellos, puesto que han sido escogidos por la Iglesia para formar parte del proceso de mártires que se instruye en nuestra archidiócesis desde el año 2002, han ido desfilando por este rincón de “Padre Nuestro” para mostrarnos sus rostros y hablarnos de su vida y de su martirio.
            Recordábamos la semana pasada la trágica jornada del 21 de julio de 1936. Junto a la muerte del párroco y de los primeros jóvenes de la Acción Católica también ardió el Centro, eje y vida de los encuentros de aquel grupo emergente.
            Los milicianos habían incendiado los locales… perecieron las banderas, los archivos -gracias a esto algunos nombres pasaron inadvertidos- el mobiliario, la biblioteca, muchas cosas que tanto había costado reunir. Las víctimas que ya estaban siendo inmoladas por las calles del pueblo, eran los jóvenes que habían jurado en aquella bandera, eran los jóvenes que veían transformarse en realidad el “acaso” que su himno unía a su deseo de martirio: 
            Juventudes católicas de España…
            …llevar almas de joven a Cristo,
            inyectar en sus pechos la fe,
            ser apóstol o mártir acaso
            mis banderas me enseñan a ser…
            Una muerte que deseaban por liberadora y santificadora; pero que temían porque, ante todo, eran hombres.

 Con motivo de la bendición de la bandera, el 30 de diciembre de 1934, Antonio Rivera, que era presidente de la Unión Diocesana de la Juventud de Toledo y, por supuesto, de la Acción Católica, dijo en una de las conferencias de aquel día que “había que merecer la victoria antes de dar la batalla”.
            Y allí también estuvo otro de ellos, dispuesto a dar a batalla, luchador pero sin armas: era el Siervo de Dios Antonio Candela Vicente. Conocido por todos, por su forma de ser y por su apostolado… no se recataba de su condición de católico ni menos de pertenecer a los jóvenes de la Acción Católica.
            Todos le querían, precisamente por su carácter y apunta su escueta biografía que “porque supo del valor y del heroísmo, el Señor le premió… y por eso hoy su nombre está entre el de nuestros mejores”. Después de las primeras oleadas de detenciones y asesinatos. Murió fusilado el último día del mes de septiembre.