Todos los mártires beatificados el 28 de octubre tienen un denominador común: entregar su vida por la fe en Jesucristo. Pero cada uno de los 498 tiene su identidad, su particularidad por la que podemos caracterizarlo. No nos referimos tan sólo a su nombre y apellidos. Detrás de cada uno se esconde una vida más o menos larga, más o menos compleja: su patria chica, su vocación o quehacer, su momento martirial…
            El libro que nos ocupa pretende descubrir la trayectoria, bendita trayectoria, del Beato Liberio González Nombela. Quienes han tomado la iniciativa de buscar datos, fechas, sucesos han querido ir más allá de los mismos. Sus anotaciones precisa y preciosamente constatadas, no se han quedado en la superficie, en el puro relato histórico. Guiados por su fe, han querido extraer la esencia más depurada y exquisita de este mártir que completó su carrera dejándonos un nítido testimonio de pastor bueno y de buen pastor.
En este libro encontraremos pasajes que se deberían leer de rodillas. En ellos se palpa la mano de Dios que hace concurrir todas las cosas para bien de quienes le aman. No deben existir prisas al leerlos. Creo sinceramente que todo el libro se debe leer más con los ojos del corazón que con los ojos de la cara. 
            Habrán conseguido los autores su propósito si, después de ojear un capítulo,  nos sentimos impelidos a reflexionarlo detenidamente. Para ello convendrá volverlo a leer y preguntarnos si este campeón de la fe en el pasado siglo XX no tiene que decir mucho a cada una de nuestras vidas.
            Y quiera Dios que con su lectura broten en nosotros dos actitudes: la de imitarle y la de invocarle. Imitarle porque no faltan en la biografía de D. Liberio virtudes que fueron suyas y pueden ser nuestras, gestos de vida cristiana propios de quienes hemos recibido de pequeños la gracia incomparable del bautismo. Invocarle porque los santos tienen un hilo muy directo y muy próximo con Dios. Son intermediarios, intercesores. Su sangre, unida a nuestro Santísimo Cristo de la Sangre, clama a favor nuestro delante del Altísimo.
            Estoy plenamente convencido de que Francisco Almoguera y Rocío López han logrado con creces el objetivo que se habían propuesto. Mi reconocimiento sincero como sucesor del Beato Liberio en esta parroquia que él supo magistralmente regentar con entrega generosa hasta el fin. Mi gratitud a quienes han sabido madurar con su tesón, abnegada dedicación y buen hacer este fruto que ahora nos corresponde degustar.
            Espero que su lectura-meditación ayude en gran medida a que se revitalice nuestra fe, hasta el punto de que sea, como en cada bautizado debe ser, una fe valientemente testimoniada a ejemplo de nuestro mártir.
            Por justicia y gratitud eclesial D. Liberio ha sido reconocido oficialmente mártir de Cristo. Por justicia y amor filial los autores ponen ahora al descubierto una vida de la que todos mucho podemos aprender. Comencemos a leer y meditar la vida ejemplar de este singular testigo del Evangelio.


Federico Vega Ramos
Párroco de Torrijos