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Bienvenidos a PERSECUCIÓN RELIGIOSA

En memoria de tantos hermanos nuestros que dieron su vida por Cristo y por su Iglesia.

Mina de Camuñas

Toledo, ciudad mártir

El martirio de lo sagrado y el martirio de los santos

 

 

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CONCEPCIÓN RUIZ-TAPIADOR VIZCAYNO
 María del Sagrario de Orgaz (Toledo)

La Unión Nacional Eucarística Reparadora (UNER) es el actual nombre que engloba a las distintas ramas (niños, jóvenes, mujeres y hombres) de la llamada Obra de las Tres Marías y los Discípulos de San Juan, también llamada Obra de los Sagrarios-Calvariosque fundara el Beato Manuel González García en 1910. En 1913 fue fundado el Centro de las Marías de los Sagrarios de Orgaz.
La Postulación para las Causas de los mártires conserva un documento (escrito a mano y sin firmar) en el que se declara que la fecha de la fundación de las Marías en Orgaz fue el 8 de octubre de 1913. Aunque doña Benita Lanseros, Presidenta-Fundadora, que retomaría el cargo después de la Guerra Civil, escribe que “la causa de no poder determinar la fecha de fundación es el haber perdido totalmente la documentación en los saqueos de que fuimos víctimas. Su iniciador y fundador en esta parroquia fue D. Benito López de las Hazas, q. e. p. d.”.

El Siervo de Dios Benito López de las Hazas fue el sacerdote de más edad asesinado durante la persecución religiosa. Tras el estallido de la Guerra Civil, pasó oculto los primeros meses en el nº 5 de la calle Sillería de Toledo, junto al Siervo de Dios Francisco Navas, que fue asesinado el 29 de agosto. El día 1 de septiembre, don Benito salió con el ánimo de dirigirse a Ajofrín (Toledo), donde pensó que estaría a salvo, pero en el camino fue reconocido y asesinado. Capellán de Reyes Nuevo de la Catedral de Toledo, había sido Consiliario del Sindicato Católico Obrero de san José. Estaba prácticamente ciego, sordo y, como queda dicho, era ya muy anciano (81 años).
López de las Hazas había nacido el 13 de enero de 1855 en Ajofrín (Toledo) y recibió la ordenación sacerdotal el 2 de abril de 1881. Enseguida fue nombrado coadjutor de la parroquia de San Andrés de Toledo. Párroco de Orgaz de 1887 a 1895, ese año obtiene una canonjía en Cartagena (Murcia) y el nombramiento de Capellán de Reyes Nuevos en la Catedral de Toledo. Fue vicerrector del Seminario de Toledo en 1897.
Sin duda que su ascendencia entre sus antiguas feligresas le convierten en “iniciador y fundador” de las Marías de Orgaz, a pesar de no trabajar en esa parroquia desde hacía más de quince años. Será el segundo sacerdote mártir que regó con su sangre el inicio de la Obra en nuestra diócesis.

Del grupo de las primeras Marías de la parroquia de Orgaz cinco murieron mártires en la persecución religiosa: Balbina Ruiz-Tapiador y Guadalupe, presidenta de este centro; su madre, Francisca Guadalupe, primera María del Sagrario de Manzaneque; María Juana Ruiz-Tapiador, Concepción Ruiz-Tapiador y Francisca Roldán.
Una feligresa de Manzaneque (Toledo), amiga de Balbina, hizo esta declaración espontánea. En ella se nos muestra el ambiente de los últimos meses antes del estallido de la Guerra:
“Estamos en la iglesia de Orgaz visitando al Santísimo el día de Pentecostés de 1936, me encontré arrodillada, sin saber cómo, junto a Balbina con quien me unía una íntima amistad, por haber visitado como María de los Sagrarios el de Manzaneque.
Terminada la visita y ya en la cancela de la iglesia, me lamentaba de la situación, pues precisamente había venido a Orgaz para visitar a unos amigos detenidos en esta cárcel, y ella con gran ánimo, me dijo: “Yo estoy segura de que todo católico y buen español está próximo a morir, así que preparémonos a recibir el martirio; pensemos siempre en que Cristo fue el primero y nos dio ejemplo”.
Después con gran entusiasmo, me decía: “Trabaja siempre y con todo empeño por atraer al buen camino a todo el que veamos que va extraviado”. Y sobre todo me recomendaba que hiciese mucha oración y que rogase mucho por España. “No huyas nunca del peligro, me decía, ante la muerte, porque podemos estar seguros de que si con generosidad, ofrecemos a Nuestro Señor nuestra vida, por la salvación de los que no le aman y persiguen, Dios estará con nosotros para darnos la fortaleza necesaria”. 
Yo trataba de persuadirla de que no era tanto el peligro y ella me dijo que estaba segura de que sería la primera mujer que mataran en Orgaz”.
En otra ocasión ante las miradas amenazantes de varios marxistas. Balbina afirmó: “¡Ojalá tuviéramos esa dicha de morir por Cristo!”.

Francisca Guadalupe Suárez (62 años de edad) y Balbina Ruiz-Tapiador Guadalupe (20 noviembre de 1898, 38 años), eran como queda dicho madre e hija, y fueron asesinadas el 16 de septiembre de 1936. Cuando se presentaron en casa de Francisca a los milicianos se les había escuchado decir: “-Con la familia que empezamos tenemos que terminar”.
La Postulación conserva el carnet de “María contemplativa de Villaminaya” de Francisca Guadalupe. Auténtica reliquia por que la firma del Director Diocesano es la del Siervo de Dios Pascual Martín de Mora. Las “Marías contemplativas” tenían por oficio comulgar y visitar diariamente el Santísimo Sacramento con la intención de acompañarlo en el Sagrario abandonado que se les había indicado.

Las hermanas María Juana (nació el 18 febrero de 1876 - 60 años) y Concepción (nacida el 20 de diciembre de 1869 - 66 años) Ruiz-Tapiador Vizcayno, lo eran a su vez del Siervo de Dios Vicente Ruiz-Tapiador Vizcayno, sacerdote que figuraba como adscrito a su parroquia natal de Orgaz. Fue el primer miembro, de los diez que cayeron en esta familia, en ser asesinado en Mora un 5 de agosto.
María Juana era la madre de los Siervos de Dios Andrés y Francisco Salgado, médico y estudiante de medicina respectivamente. Las dos mujeres fueron asesinadas la noche del 3 al 4 de noviembre de 1936, en el término de Los Yébenes. En ese fusilamiento se encontraba Francisca Roldán Sánchez-Barbado (59 años).
“Balbina Ruiz-Tapiador y Francisca Roldán merecen destacarse por su celo, actividad e intrepidez. Las dos solteras, vivían totalmente consagradas a diferentes obras para la gloria de Dios y ni antes ni después de estallar la revolución, se retrajeron lo más mínimo para confesar a Cristo, y su muerte la tenían bien conocida y segura. Tal vez pudieron huirla, pero la esperaron serenas y seguras de que llegaría y serían las primeras. Cayeron como dignas Marías, no solo con serenidad, sino con alegría”.

 

 

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